Después de doblar unas cuantas esquinas me encuentro un callejón entre dos grandes bloques, miro al cielo, despejado, brillante, maravillada, me estirazo y doy un par de vueltas contenta, doy un par de saltitos eufórica y un par de gritos de alegría, después miro a mi alrededor esperando que nadie haya entrado al callejón al ver que pasa, me rasco la nuca y acabo sentadita en un rincón contenta, esperando a que se haga mas tarde, no encuentro la hora de emprender la marcha.